Socialmente la fortaleza es lo aceptable; constantemente escuchamos frases como: «No te rindas». «Se fuerte». «Tú puedes»; una manera positiva de ver y enfrentar la vida en momentos difíciles.
Pero, ¿qué pasa, cuándo ya no podemos más?. Cuándo nos conectamos con nuestro momento humano de dificultad. ¿Qué pasa cuando queremos dejarlo todo?; ¡renunciar, parar, rendirnos!
Esto también es aceptable; porque es cuando nuestra alma se pone de acuerdo con nuestro cuerpo y dice no más. Nos obliga a poner un limite.
«Rendirse es, a veces, el momento de descanso, antes de volver a la vida con fuerza».
Los milagros si existen, en todas las formas y en todos los momentos.
— Laura Raquel, Coach Vida Holística
Este momento me sucedió a mi, hace 11 años. Gracias a ese momento, vivo hoy mi vida con fortaleza, amor y felicidad.
Viajaba por el mundo con mi mochila, cada vez que podía. La aventura de la vida, me pertenecía. Trabajaba en un aeropuerto; corriendo detrás de los aviones, enamorada de cada vuelo que despegaba; en contra del viento, de la gravedad y de las posibilidades. Volvía a casa agotada, pero feliz con lo que hacia. Motivada todo el tiempo.
Y así fue como un pequeño dolor en la rodilla, al cual no le puse atención, empezó a molestar. La adicción a mi trabajo, me embargaba tanto; que una molestia en mi cuerpo físico, no iba arruinar el momento. Sin embargo, un día mi rodilla se bloqueo en forma de L y no me dejó volver a moverla para caminar.
Me hicieron exámenes, determinaron que era un menisco roto y que se resolvía con una pequeña cirugía de la cual saldría caminando.
La historia cambió a los 30 minutos de cirugía, en un intento por levantarme, es allí donde los doctores corren para decir que no lo intentará, que habían descubierto algo más. Yo totalmente desconcertada y un poco furiosa le digo al doctor: «usted me prometió que yo saldría de aquí caminando». El doctor bajo su cabeza y pronunció aquellas palabras que todavía recuerdo: «Lo siento Laura, lo que tienes es algo más, no puedes caminar y debemos hacerte unos exámenes».
Pasaban por mi mente, correr detrás de esos aviones, los viajes con mi mochila, mi trabajo, los juegos de fútbol con mi hijo, mi apartamento.
La torre se me derrumbó en pedazos.
30 minutos después y me cambió la vida.
3 meses más y nadie descubría lo que tenia y yo seguía en la silla de ruedas.
Esos meses me conectaron con sentimientos que ni sabia que existían en mi; frustración, enojo, impotencia y muchos más. Mi lado oscuro, así lo llamo.
Di con un ángel, mi doctor Galen; el con paciencia y cuidado, se dedicó a estudiar sin afán lo que me sucedió. Y así al 4 mes me dice: “no pensé que tendrías esto, pero ya sé lo que es: Lupus Eritematoso Sistémico».
Mi madre, que me acompañaba, quedo con una cara de signo de interrogación; mientras tanto yo sabía todo sobre esta condición, ya que la semana anterior había visto un documental en Discovery Channel. (Dios preparándome para la noticia).
A pesar de ser crónica, es decir para toda la vida. Tenia el alivio, de tener una información, una respuesta.
Fue así como conocí la cinta morada; la mariposa morada (simbolo del Lupus), el lobo (Lupus = del latin que significa Lobo).
Y a pesar del pronóstico de no volver a caminar, yo siempre creí en los milagros. También creí que hay esfuerzo asociado al milagro.
Puse de mi parte, todos los días a las 7 a.m. iba a hacer ejercicios de recuperación y a los 6 meses de todo esto y en secreto de los que me cuidaban; me levanté de la silla de ruedas y subí las escaleras que llevaban a mi apartamento.
Tuve que soltarme para poder lograrlo. Soltar miedos, incredulidades.
Tal cual como los aviones, en contra del viento, de la gravedad, en contra de los pronósticos. Mi primer vuelo era ese, el poder caminar de nuevo y el piloto era yo.
Empece a aprender a caminar de nuevo, como los bebés. Es que la vida era otra. Sin saber yo la hermosa vida que me tocaba después.
Descubrí que a veces, es bueno rendirse. «Que cuando te rindas no debes sentirte débil; son los momentos del alma, intentando recobrarse».
Descubrí que tenia limites, que hay que respetar. Que tu cuerpo se honra alimentándose bien. Que el respeto al descanso es necesario. Que la fe en la vida te devuelve la fuerza. Que ser débil nos vuelve más humanos.
Que reírte a carcajadas, te hace olvidar el dolor. Que bailar, te devuelve el movimiento hacia la vida.
Que la fe no esta condicionada por lo que otros sientan o piensen, que es un momento tuyo.
Que los milagros si existen, en todas las formas y en todos los momentos.
Que Dios siempre tiene a tu disposición ángeles terrenales y no te deja solo.
Pero sobre todo: Que la vida es ahora, nadie tiene su tiempo comprado y que hay que gozar cada momento. Hay que vivir como si no hubiese mañana, por que siempre para mañana es tarde.